sábado, 19 de enero de 2008

Obras



-De momento por aquí no hay crisis del ladrillo, prueba de ello son las dos casas que se están construyendo desde sus cimientos; la de la foto es de Manolo Nieto. Aparte, de alguna que otra reforma en otras ya construídas.
- Andan retocando en los caminos fallos que quedaron sin rematar, pues había tramos que sin llover tanto estaban ya malos con roderones y eso. Hace ya meses que tenía que estar entregada la obra y en estas estamos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por informaciones como esta, con imagen incluida y otras parecidas, cuando vamos al pueblo nada nos sorprende; pues es como si ya hubieramos estado allí. Tus fotos, Agustín, y tus comentarios nos lo anticipan. Así da gusto y todo, como dicen en la red: FREE (gratis) - Manolo

Anónimo dijo...

Veo como la casa de Manolo Nieto va tirando hacia arriba y ocupando un espacio que en otro tiempo estuvo lleno de vida.Esta casa nueva sustituye la otra derruida que fue cobijo de toda mi infancia.En el solar que ocupa la casa se criaron patatas,garbanzos, sandias,y en los zarzales de la cortina anidaron los "pimienteros" petirrojos que nos hicieron felices cada primavera.Algunos pudimos tener entre nuestras manos antes de que alzaran el vuelo.Despues, metidos en una jaula, los colgamos en la pared de la casa,adonde acudian sus padres y otros de la misma especie para alimentarlos.Al cabo de un tiempo sus padres frutrados por no poder liberarlos,los envenenaban.Esto lo afirmaban los más expertos de la pandilla en ornitologia.Lo cierto es que varias experiencias similares tuvieron idéntico desenlace.Pero lo más insólito ocurrió en el sobrado de nuestra casa.Alli dormia yo y,a un par de metros de la cama,en un rincón oscuro, entre la chimenea y el muro,una tarde oi piar unos pájaros.A una abubilla se le ocurrió anidar alli, dentro de la casa; entraba por un ventanuco siempre abierto,y las crias se delataron al pedir comida.Sorprendido, me acerqué sigilosamente al rincón y palpando dí con los pajaritos que asediaban la punta de mis dedos con sus picos abiertos.Yo tendria entre ocho y diez años.Se me ocurrió sacarlos de aquel calabozo y hacerles un nido en el suelo, como el de las cogujadas,donde hoy se levanta la casa.El nido bien confortable,tapizado con lana fue su nueva morada.Alli , pensaba yo , le darían de comer sus padres.Ingenua ocurrencia porque los gatos que merodeaban por la zona,más hambrientos que los pavos de Gervasio,dieron rápidamente cuenta de ellos.Esas peripecias y más que seria muy largo relatar las vivi con los amiguetes del barrio hace ya más de medio siglo ahí donde aflora vida nueva con la casa de Manolo.¡Que sea para disfrutarla muchos años! Félix Crreto.M